Los Macuanos es un proyecto de música electrónica (originado en Tijuana) que suele incorporar, directa o indirectamente, contenidos sociopolíticos en sus composiciones. Este año lanzarán Epílogo y hace unos días hicieron pública una de las canciones que se incluirán en este álbum. La canción se llama "Soldado Sin Cara" y su lanzamiento fue a través del sitio de Remezcla. Lean el texto completo. Aquí solo comentaré un fragmento:
On “Soldado Sin Cara,” the band’s ire – and sympathy, to a degree – targets state militarization.
Las cursivas son mías, pues me interesa enfocarme justamente en esta "simpatía" con el Estado, que la reseña escribe (literalmente) entre líneas. Aunque regularmente se omite en las reseñas sobre su música (no recuerdo otro texto que lo haya sugerido, y he leído varios), esta "simpatía" siempre me ha parecido clave para entender la propuesta estética de Los Macuanos —y, en distintos sentidos, también de otras canciones o proyectos en el ruidosón (la escena musical a la que Los Macuanos pertenecen).
Creo que Los Macuanos no se puede interpretar como mera protesta viceral contra el Estado, dejando de lado que Los Macuanos también re-encarnan la interpelación del Estado a identificarte con él.
La posición desde la que hablan Los Macuanos es la posición desde la que habla el Estado, pero diciendo lo que el Estado no diría abiertamente.
Entonces, sí, abre posibilidades críticas, pero que se gestionaron comenzando por una identificación con su lugar de enunciación
(desde las lyrics hasta los sonidos y el estilo). Sus canciones son himnos del Estado gone wrong.
En pocas palabras, Los Macuanos, más que ser punks que queman banderas, son la bandera que se desgarra el Día de la Bandera en medio de la ceremonia militar de EPN.
Llevo algunos años leyendo a
Žižek y algunos meses leyendo a Harman. Ambos autores comparten una misma
tarea, que en filosofía llaman ontología.
Es decir, los dos intentan comprender cómo se constituye la realidad. Así, sin
adjetivos. Tarea modesta la suya, pues.
Sin embargo, Žižek y Harman
difieren radicalmente en su modo de aproximarse el dilema. Harman se adhiere a
la “ontología orientada al objeto”, una corriente que se ha asociado al llamado
“realismo especulativo” en la filosofía contemporánea (Meillassoux, Brassier,
Grant). En cambio, Žižek es uno de los más visibles defensores de lo que podría
caracterizarse, según el mismo Harman, como una “ontología orientada al
sujeto”, que abreva de la noción de sujeto en el idealismo alemán y el
psicoanálisis (Hegel y Lacan, principalmente). Trataré de sintetizar sus
argumentos.
La ontología de Harman considera
indispensable comenzar por el objeto, es decir, “aquello que tiene una vida
unificada y autónoma por fuera de sus relaciones, accidentes, cualidades y
momentos” (Hacia un realismo
especulativo, Caja Negra, 2015, p. 219). Según Harman, los pensadores suelen
deshacerse del objeto al reducirlo a sus partes o a sus funciones. Por ejemplo,
la mesa para un sociólogo no es más que el conjunto de usos que le damos
socialmente y para un físico no es más que un conjunto de átomos en el vacío.
Pero a Harman le interesa la mesa real,
a la que accedemos solo indirectamente: “El mundo está lleno principalmente no con electrones o praxis humana, sino con objetos fantasmagóricos retrayéndose de todo acceso humano o inhumano, accesible solamente por alusión y seduciéndonos por medio de la fascinación” (The Third Table, Hatje Cantz Verlag, 2012, p. 12, traducción inédita).
Por otro lado, Žižek funda su
ontología partiendo del sujeto. En Menos
que nada (Akal, 2015), su libro más ambicioso, argumenta que si el sujeto tiene
un acceso fallido a la realidad es porque la realidad en sí misma es
inconsistente. Por ejemplo, si las partículas subatómicas no siguen los
principios mecánicos de la física no es por un error epistemológico sino porque
la constitución misma de la realidad es incoherente: “Ahí, quizá, está la
consecuencia filosófica definitiva de la física cuántica: lo que demuestran sus
experimentos más brillantes y atrevidos no es que la descripción de la realidad
que ofrece sea incompleta, sino que la realidad es ontológicamente
«incompleta», indeterminada; la falta o carencia que consideramos un efecto de
nuestro limitado conocimiento de la realidad es parte de la realidad misma” (p.
1005).
En resumen: ambos reconocen el
acceso indirecto a la realidad, pero para uno es porque la realidad del objeto
es tan profunda que no se le puede aprehender totalmente (Harman), mientras que
para el otro no es porque la realidad es demasiado profunda para nosotros sino
porque la realidad misma está incompleta (Žižek).
Dialogía: Duel + Duet
Hace dos semanas, el pasado
miércoles 1º de marzo, asistí al evento “Duel + Duet: Slavoj Žižek and Graham Harman”, parte de una
serie de pláticas organizadas por SCI-Arc, en Los Ángeles. Supe del
evento por amigos arquitectos y asistí desde Tijuana con amigos psicoanalistas,
pero también fui como “corresponsal” de unos amigos filósofos que no podían ir,
con quienes había organizado un par de talleres donde habíamos leído a estos
autores (como parte del Seminario Permanente de Teoría
Contemporánea, que cofundamos en Tijuana).
El principal atractivo para mí era escuchar a dos filósofos
que comparten una misma inquietud de fondo pero que parten de premisas y
perspectivas tan diferentes. Por otro lado, son autores que se han referido
mutuamente con un sentido crítico en sus obras, pero de manera marginal y muy
simplificada o injusta. Además, aún con sus diferencias, ambos comparten
enemigos teóricos en común (la crítica al historicismo posmoderno, al giro
lingüístico, al construccionismo social, etcétera). Por lo que tenía la
impresión de que, más allá de las diferencias obvias, ninguno de los dos ha
sabido formular una crítica precisa y de fondo al otro.
Al principio de su intervención, Žižek comentó: “Sería un
gran éxito si solamente, de alguna manera, aclaramos dónde ubicar nuestras
diferencias”. Efectivamente, con algunas excepciones, las diferencias aparentes
entre sus perspectivas fueron encontrando uncommon ground, sobre todo en la primera
parte del evento, donde el diálogo fue muy claro y fluido (antes de que las
preguntas comenzaran a desarticular el hilo argumentativo). No repetiré los
argumentos (pueden escucharlos por su cuenta). Simplemente diré que muy
probablemente “I agree” fue la conjugación verbal más repetida de la noche. Y
aunque esto podría sugerir que tras la terminología aparente hay coincidencias
fundamentales, en realidad me parece que este dueto sirvió como preámbulo a un duelo futuro. En filosofía, a
veces los matices son más decisivos y conflictivos que las oposiciones
abiertas. Seguro pronto leeremos de Žižek y Harman una formulación menos
evidente y más provocadora de sus diferencias.
Escatología: Los dos baños
A manera de coda, quisiera
relatar un par de incidentes que redondearon inesperadamente mi experiencia del
evento: antes y después. Ambos, indirectamente escatológicos (advierto).
Primer incidente: antes del
evento.
Conocí, digamos, un escusado de
SCI-Arc. Blanco, en un cubículo negro; nada especial. Ya finalizaba mi visita,
minutos antes de la charla, cuando escuché entrar a alguien que decía
apresuradamente (tal vez al teléfono): “Ok. Fine. Ok. Bye.” Una voz y nada más.
Pero con marcado acento. Quien haya sido, entró al segundo cubículo e
inmediatamente después esnifó su nariz congestionada. Decidí salir del baño sin
esperar pruebas de mi sospecha. ¿Fui vecino de escusado de Žižek por unos
segundos?
Segundo incidente: después del
evento.
Al finalizar la mesa de debate
pude acercarme a intercambiar palabras con Harman. Le dije que había hecho la
traducción de su ensayo breve La tercera mesa y
que me interesaba publicarla. Me dijo que ya alguien había hecho la traducción
y que estaba por publicarse en Devenires. Pero de cualquier forma me dio su correo y me dijo que le escribiera si me interesaba traducirle algo más. Muy amable.
Pero el incidente vino después, cuando conocí, digamos (de nuevo), un mingitorio de SCI-Arc. Blanco, en un baño diferente; nada especial. Ya había finalizado mi visita, minutos después de la charla, cuando entró Harman mientras yo salía. Todo quedó en un intercambio recíproco de un “Hi”. Salí del baño y regresé con mis amigos. ¿El encuentro exprés fue tan awkward como se sintió?
Dos incidentes: un toilet, un
urinario. Y al menos un par de asociaciones irónicas.
Primera asociación: aproximaciones teóricas.
Los incidentes pueden ser mejor interpretados
si intercambias sus respectivas propuestas ontológicas.
Para Harman, el incidente con Žižek
puede explicarse desde su ontología orientada al objeto. En este caso, mi
relación con Žižek como objeto es necesariamente indirecta. Su acento o su
nariz congestionada no son más que caricaturas del objeto-Žižek real. Incluso
si lo hubiera visto en el baño o platicado con él, no hubiera podido agotar la riqueza
ontológica de Zizek como objeto (siempre inevitablemente vedada).
Para Žižek, el incidente con
Harman puede explicarse desde su propuesta ontológica. En este caso, mi interacción
torpe con Harman evidenció una realidad inconsistente, dicho en términos
lacanianos: la realidad social incompleta o “barrada” del Gran Otro, siempre con
la posibilidad de fallar. El fracaso incómodo de la relación intersubjetiva registra
justamente lo real de esta inconsistencia ontológica.
Segunda asociación: objetos paradigmáticos.
Tanto Žižek como Harman se han
relacionado teóricamente con estos respectivos objetos escatológicos de los
incidentes.
Para Žižek, hay que encontrar la
ideología de una sociedad no en los grandes relatos políticos sino en la vida
cotidiana. Así, por ejemplo, “la tríada geográfica Alemania-Francia-Inglaterra
como expresión de tres actitudes diferentes ante la existencia” toma forma
hasta en las diferencias entre sus inodoros: el “rigor reflexivo” del alemán
deja el agujero en la parte frontal para que la mierda pueda olerse e
inspeccionarse; el “apresuramiento revolucionario” del francés deja el agujero
atrás para que “desaparezca lo más rápidamente posible”; y, finalmente, el “pragmatismo
utilitario” del inglés llena de agua la taza para dejarla flotar libremente sin
inspeccionarla (El acoso de las fantasías,
Akal, 2011, p. 9). Así pues, el inodoro aparenta ser superficial pero posee una
irónica profundidad filosófica.
Para Harman, la crítica de
Clement Greenberg al dadaísmo tiene sentido si lo pensamos como una respuesta
equívoca al cubismo. Así, por ejemplo, Marcel Duchamp “no podía entender las
nuevas normas estéticas generadas por el cubismo, y lo interpretó como una mera
forma de shock y escándalo”. Según Greenberg, la pintura aún puede seguir
revelando nuevas posibilidades de su estructura profunda, pero Duchamp tomó al
medio pictórico como ya dado “al renunciar al proyecto de transformarlo desde
adentro y desafiarlo solo con gestos chocantes desde el exterior” (“Greenberg,
Duchamp y la próxima vanguardia”, en Hacia
el realismo especulativo, op. cit., pp.
273 y 274). Así pues, el famoso mingitorio duchampiano aparenta ser profundo
pero se muestra como un entendimiento superficial de las posibilidades del objeto
artístico como medio.
Como ya había citado, Žižek manifestó el principal objetivo
de la charla desde el principio: “Sería un gran éxito si solamente, de alguna
manera, aclaramos dónde ubicar nuestras diferencias”. Ahora queda claro: uno
puede ubicar sus diferencias en los baños de SCI-Arc.